¿En qué quiere convertirse cualquier niña? Exacto, en princesa. Y esto es lo que eligió nuestra anfitriona para su fiesta. Así que nos pusimos manos a la obra para crear la fiesta más chula.
Teníamos ante nosotros un jardín con un gran césped donde poder jugar y un níspero que tenía todas las papeletas para convertirse en el soporte de una fantástica mesa de postres.
No hay fiesta principesca que se precie sin foto oficial así que el divertido photobooth que diseñamos hizo las delicias de grandes y mayores.
Los pequeños disfrutaron su merienda personalizada en un pic-nic en el césped para después dar rienda suelta a su creatividad diseñando sus propias coronas.
Creamos un nails bar donde pudieron decorar su uñas con los más atrevidos diseños además de maquillarse para estar la mar de guapas antes de jugar a los divertidos juegos que les preparamos.
Y como en todo cumpleaños no podía faltar el soplar las velas de las tartas que se prepararon para la ocasión.
Así nuestra pequeña princesa pasó de ser princesa por un día a reina de la fiesta.